La tarde es música callada,
tras la ventana, el mundo insiste en caminar.
Un día libre para escribir en la pizarra
me portaré cien veces bien,
pero una lengua enferma
lame rasposa mis entrañas,
me portaré cien veces bien,
me portaré cien veces bien...
Mañana venderé un guardián
entre el centeno y mentiré para ser otro.
¡Si supieran cuántos pecados tengo!
La luz se agota y anoto en un papel:
Nos arrolló la noche
con su camión de sombras.
jueves, 22 de noviembre de 2012
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3 comentarios:
el guardián, ¿empujando a los niños por el precipicio?
Un saludo.
Todos los días mintiendo para ser otros. Todos los días siendo los mismos.
Cuantso pecado tenemos ,lo sabemos solo nosotros y el creador.Optimo poema.Besos.Daniela V.
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