jueves, 25 de septiembre de 2008

INJUSTICIA

Hoy no es un día bueno. Eso si existe ese término para los días. Hay cosas que no soporto, como todo ser humano, pero la injusticia me subleva, me da cien patadas en los cojones hablando mal y pronto. En realidad lo que quiero es gritar y como no puedo hacerlo grito por dentro y escuece, escuece y duele mucho gritar por dentro. Es como si te apalearan las entrañas y los golpes rebotasen en la piel y volvieran con más fuerza a retorcerte las vísceras. La injusticia es un andamio hecho de bambú y enredadera y el que la practica a sabiendas de que puede o va a producir el mal es un miserable y un ser despreciable. La injusticia está en todas partes y hay distintos estadios. A mí me parecen todos iguales, el que jode a muchos o el que jode sólo a uno. Y es fácil distinguir a los injustos, huelen a envidia, a rencor, a soberbia, a prepotencia, a chulería zafia... Hoy se llenó el vaso y espero recibir en el infierno a algún presidente norteamericano o expresidente español, a alguna cadena de televisión que paga a una enferma por defender a un mierda que ha dejado en coma a un hombre que a su vez la defendió, a la enferma y a su novio, a todos los asesinos para meterles su bandera, cualquiera, por ... a algún juez que pasa de su trabajo y algunos jueces que pasan de una niña asesinada, al asesino de la niña, incluso a algún vigilante jurado de centro comercial o discoteca. Sí, en mi ansia he mezclado distintas calañas, es verdad. Bueno, haré círculos, eso sí, después de hablar con Dante. Un abrazo

5 comentarios:

PEPE dijo...

Buenas noches Oscar,

Como ves, ahora el furtivo soy yo.
Después de tres días fuera de casa, por fin he dejado la maleta donde debe estar, en el trastero de la terraza. No se merecen otro lugar. Los hoteles, tan prefabricados, tan impersonales, tan ordenados, son una hartura. Y eso que éste estaba en pleno barrio de Santa Cruz, al lado de la Giralda, y desde la ventana se dejaba notar el perfume de los naranjos, el tufo avinagrado de las tabernas del barrio que arracima en un babel de callejones y plazas. Pero en fin, los viajes de trabajo acaban por agotarme.
Es verdad que los abogados llevamos un penoso estigma pesando sobre nuestra cabeza, y por desgracia, la mayoría de ocasiones y por regla general, esa marca encierra una verdad, pero en nuestro descargo te diré que andar un días tras de otro cargando con las penas y miserias de los demás, encallece el ánimo o mata.
Es por eso que para algunos compañero ROSA DE SANATORIO ha supuesto un remanso de tranquilidad, una puerta que no sabemos dónde nos lleva, pero que tenemos claro de dónde nos saca –esto ya lo he repetido a alguien-.
Gracias por tus hermosas palabras, doblemente válidas por hermosas y por provenir de alguien que tiene en la escritura un modo de vida, y digo un modo porque pensar que son un medio de vida es entregarse a la ensoñación, y en esos derroteros aún no merodeo.

Por cierto, me han dejado en el blogg un comentario de agradecimiento los de la editorial El Gaviero. Aunque ya he respondido directamente, aprovecho la ocasión para agradeceros a Juanma y a ti lo magníficos cicerones que estáis siendo con este aprendiz.

Bueno, y ahora, a descansar. Llueve en Almería y no debo de perderme el espectáculo.

De la injustica te hablo en otro momento. Me creeras si te digo que está aquí conmigo, escribiéndote.

Un fuerte abrazo

Pepe

Andrómeda dijo...

Admirado Óscar,
te noto un poquitín enfadado y perifrástico: recuerda que para acercarse a algo parecido a ser justo hace falta ser feliz (creo que algo así decía Platón).

¿Qué es la justicia?
Podrías hacer la prueba de eliminar el prefijo in- cada vez que empleas la palabra "injusticia" en tu hermoso e iracundo texto, mira cómo queda: igual. Recuerda todas aquellas situaciones injustas que ibas a solucionar en el trabajo, en la familia, en la cultura, en el amor..., y se quedaron olvidadas por el camino, durmiendo el sueño de los justos. Yo sólo encontré una solución cuando descubrí que cada uno entiende por justicia lo que quiere: ponerme un poco de maquillaje y sonreír.

Anímate hombre, que nosotras sí que lo tenemos mal según los telediarios. Y si de verdad eres capaz de leer la Divina Comedia ya me contarás.

Un saludo.

Óscar Santos Payán dijo...

Querido Pepe no puedo dejar de decirte, cada vez que te visito, gracias. gracias por varias cosas. Por tus palabras hacia mí, por tu prosa en cualquiera de tus textos, por tu brega constante contra lo justo y lo injusto y por tu blog. Hoy, como decía mi texto no ha sido un buen día. Quizás marca esto del infierno sostenido. Estoy intentando escribir un poemario y al final me doy cuenta de que no puedo variar el rumbo hacia otro estilo. Me comen los recortes de periódicos que guardo como un masoquista y hoy el bidón ha reventado. Pero no puedo aislarme y dejar de leerlos y ver las noticias. no sé quién dijo que le dolía el mundo, creo que fue Mafalda escondida en una viñeta. Y como dice Andrómeda en su comentario ¿Qué es la justicia? me voy a parafrasear "... ya sólo me queda un dólar para denunciarme a mí mismo desde el balcón de las palabras" Un abrazo muy fuerte y no dejes de regalarnos tus textos.

Óscar Santos Payán dijo...

Estimada Andrómeda gracias por tu comentario y bienvenida a esta esquina del mundo. En realidad tienes razón, incluso he llegado a dudar a la hora de pinchar en publicar comentario. Pero no estoy enfadado, lo que estoy es triste. El texto no es sino un puñetazo a la pared y no soy nadie para hablar de lo justo e injusto con total certeza. Sólo es lo que es. Darle una patada al edificio de bambú, aún sabiendo que la patada me la doy a mí mismo. Y como le decía a mi amigo Pepe alguna vez escribí: "... ya sólo me queda un dólar para denunciarme a mí mismo desde el balcón de las palabras." Un abrazo

samsa777 dijo...

Pues yo estoy exactamente contigo, sin una sola variación... Ese es exactamente el sentimiento.

Un abrazo y a aguantar mecha: no nos queda más...