Del libro "Veinte poemas para ser leídos en el tranvía"
La lluvia,
con frecuencia,
penetra por mis poros,
ablanda mis tendones,
traspasa mis arterias,
me impregna,
poco a poco,
los huesos,
la memoria.
Entonces,
me refugio
en un rincón cualquiera
y estirado en el suelo
escucho,
durante horas,
el ritmo de las gotas
que manan de mi carne,
como de una gotera.
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3 comentarios:
Sublime. Me deja impresionado.
Pepe
Cuántas comas. Me gusta. Gracias por descubrirme este autor.
Un Saludo.
Me alegro Álvaro y bienvenido al infierno
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