lunes, 13 de febrero de 2012

¿Podría ser el principio de la historia? Decidme

Siempre me levanto de muy mala gana y apoyo el pie izquierdo a sabiendas de la mala suerte que trae. Eso dicen los entendidos en gilipolleces. Que los hay por todas partes, sólo hay que conectar la radio o la televisión a cualquier hora del día. Voy hacia el baño golpeándome con todo lo que tiene esquinas, no venden cosas romas, es una forma de recordarte la compra, publicidad encubierta, hematomas. Me ducho. La alcachofa está rota desde hace años pero no la cambio porque no sé y soy un vago para las cosas de casa. Mojo el suelo, la ventana, el papel higiénico, que después me da un poco de dentera tocarlo. Nunca me afeito igual. Un día empiezo por la garganta y otro por la patilla izquierda. Una vez se lo dije al médico y me recetó bucofaríngeos, todavía hoy me pregunto porqué. Odio ponerme el traje. Como nunca me seco bien, la camisa se me pega y me doy asco. Pero sucumbo porque siempre me levanto tarde. La corbata es el remate. No desayuno. Prefiero el ardor de estómago a las diez de la mañana. Salgo de casa con la hora pegada al culo. El ascensor siempre está ocupado. Me encanta tener taquicardias, sino no entiendo por qué no me levanto diez minutos antes. Si me tengo que llevar el coche me agobia todo y si tengo que ir en metro también. De cualquier forma odio a la gente, mejor dicho le tengo fobia. Sobre todo a la gente de la mañana. La gente de la tarde, aún siendo la misma, es otra. Por la tarde después de trabajar todo el mundo está derrotado y no tiene ganas de nada. Es probable que ni te insulten conduciendo o que nadie te mire ni te hable en el metro. A mí me molesta que me hablen. Por eso si puedo siempre voy en coche aunque llegue tarde y me coma un atasco de una hora. Fumo, pienso y a las horas en punto pongo el informativo. Casi siempre la cadena SER. No es mucho mejor que las demás pero hay una voz que me hace sentir bien, además es una voz masculina y eso me preocupa. Pienso en la homosexualidad tanto como en la muerte y sin embargo me encantan las mujeres y estoy vivo.
Me molesta mucho que me hablen en el metro o en el autobús pero lo que más me jode es conocer a alguien y ver cómo se acerca apretándose con todo el mundo para acabar poniéndose a mi lado y hablarme. Siempre voy leyendo. En el coche no, pero no me importaría. Leo mucho, quiero decir que soy un lector empedernido. A veces obsesivo. Si me gusta un autor me compro todos sus libros. Me pasó hace años con Bukowsky. Posiblemente no sea un escritor excelente pero me pareció original y sobre todo me interesó su vida. Un tipo que trabaja en correos, escribe, bebe y folla y se gasta la pasta en las carreras de caballos… Cuanto menos era un tipo raro. Imagino que tiene sus detractores pero a mí esos me importan una mierda. Me gusta el mundo del libro. De hecho trabajo en una librería. En realidad yo quería ser escritor. Quería escribir y trabajar en casa leyendo, documentándome y todas esas cosas. Una vez fui al médico y se lo conté. Estuvo un rato en silencio y después sacó la libreta de recetas. Le dije que no me diera bucofaríngeos y me contestó, sin mirarme, que el médico era él. Tomé Lexatín dos días y no se me quitaron las ganas de escribir. Creo que voy demasiadas veces al médico, sobre todo al de la empresa. Tengo una sociedad privada y no la utilizo. Creo que es por miedo a que me detecten cualquier tipo de cáncer o enfermedad rara. Allí tienen aparatos mucho más sofisticados que en el botiquín del trabajo. Me aterroriza pensar en eso. Pero lo pienso muy a menudo. Tampoco leo libros de filosofía. Hace tiempo sí. Leí muchos y muy rápido y creo que por eso me subió el colesterol y los triglicéridos. La filosofía te crea un estado de ansiedad terrible que acaba derivando en un estrés incontrolable. Al final te dispara todas las cifras de los análisis. Eso me pasó con dos libros que leí seguidos de dos autores contemporáneos, uno de Fernando S. y otro de R. Marcos. Con los clásicos no se disparaban tanto mis niveles. Otra época me dio por los libros de autoayuda para frenar mi ansia por la filosofía ilustrada. Eso fue peor todavía. ¿Por qué los llaman de autoayuda cuando lo único que hacen es destruirte como persona? Quién, en su sano juicio, puede titular su libro “El caballero de la armadura oxidada” o “Dios vuelve en una Harley” Pero qué cojones nos pasa. Antes en los pueblos no había tantos libros ni se vacunaba a los perros y la gente vivía más y era más feliz. Como mucho, alguien se ofuscaba un día y se liaba a tiros con la mitad del pueblo. Eso eran daños colaterales de la palabra linde pero no más. Ahora te comen la cabeza todo el puto día con la publicidad y con la autoayuda. Como para decírselo a mi médico, autoayuda, con lo arrogante que es. Parece Dios el muy cabrón y no ha leído en su vida un libro que no esté relacionado con las enfermedades. A veces sueño que le meto el vademécum por el culo y no tiene nada que ver con la homosexualidad. Los médicos son una especie muy protegida. Y no hace falta porque ya se protegen ellos contra todos. Son como lobos, salvando la poca distancia. Sólo hay que ver una operación por televisión. No deberíamos ir tanto al médico. Les damos más importancia de la que tienen.Tengo miedo a las enfermedades y me toco muy a menudo, por no decir todos los días. Me palpo la garganta y si noto un bulto, que normalmente es un ganglio, me da el bajón y me entran ganas de escribir un poema a Camilo José Cela, y lloro por dentro, que es como una especie de llanto imbécil que duele un montón porque no revientas y eso te hace, lo leí en un libro de autoayuda, que las células se desesperen y acaben matándose o follando entre ellas.

3 comentarios:

Marisa dijo...

pasaba por aquí, gracias por hacerme reir (aunque no fuese tu intención, quizá)

Óscar Santos Payán dijo...

Gracias Marisa, se trata de reírme y de reírnos para soportar con estoicismo todos los tristes acontecimientos que nos rodean. En fin, huir del infierno sostenido. Un abrazo fuerte

Paola L. dijo...

El areticulo es muy divertido pero pienso que ante tanta negatividad es mejor quedarse en casa es màs en la cama ja.ja.ja.Excelente post. Paola L.